Supermercado Disco Swaroski





La clase media argentina es tan fantasiosa como otras. Quizá su diferencia específica sea cierta soberbia racista que la habilita imaginariamente a considerarse superior a otras de América Latina, y por lo tanto, más cercana a sus imágenes inexactas de una casta productiva de cantón suizo. Esto lo podés ver si un domingo a la tarde te das una vuelta por un super que no sea de proximidad (digamos "chinos"). Hace unos 4 años atrás era común ver familias enteras llenar carritos de cereales, leche, galletitas y alguna "delicatessen" sin agrotóxicos. Hoy, en cambio, da ¿Pena? ¿Gusto? ¿Gracia? ver como con ajadas decoloridas ropas, zapatillas de dos temporadas atrás, docenas de zombies con mala jeta (no superan los 24 en horario típico de la densa melanco porteña dominguera que se conjuraba con una comprita) pasean como hamsters enloquecidos por entre góndolas donde volvieron las sopitas Campbell´s (vade retro Pop Arte), el ketchup Keinz, y pomorolas italianas concentradas. Hoy los changuitos cargan entre 2 y tres productos (¿para qué agarran los changuitos si alcanza con las manitos? ¿repetición obsesiva de épocas mejores?) y pasas por las cajas como si fuera una autopista sin tránsito y con huelga del sindicato que te afana por ir en vía rápida. Hoy un Supermercado Disco es como un local de Swaroski: los/as argetinos/as devienen "mirandas" (al decir brasileño): miran y andan. Mientras tanto sería bueno acceder a lo que piensan, porque esas jetas feas parecen culpar por su impotencia a los otros vacíos carritos que allí andan o en las afueran levantan cartón.  

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